sábado, 16 de enero de 2016

El "viaje" de Stendhal

Hay un cuadro que siempre me ha tenido cautivado, desde la primera vez que lo ví.
Ahora lo lógico sería hablar del título, del autor, fecha, etc; pero me niego a mancharlo tan pronto (tranquilos, al final del artículo pondré la información). Contempladlo.



Desde la primera vez que lo ví me transmitió un sensación (de eso trata el arte) de tranquilidad, calma y placer. Esa sensación que te dice que estás ante algo único. Que atrapa y te absorbe. Prueba a mirarlo otra vez.

Lo segundo que me llegó, una vez conseguí "salir" del cuadro, fué ese pensamiento de CONTEMPLACIÓN. No es si no eso lo que transmite este cuadro. Esa palabra tan mal utilizada a menudo (probablemente debido a sus diferentes significados). Yo me refiero a esa contemplación pura, en la que después de un rato delante de algo como éste cuadro alguien se te acerca y el diálogo sería algo así:

- Hey! Qué haces ahí parado?
-...
- Hoooola?
- Ah! Qué pasa?
- En qué estabas pensando?
- En nada!

Y es que hay gente que no entiende lo que viene a ser la contemplación. Una conexión en la que los pensamientos están como un lago en calma. Puedes disfrutar del paisaje. Nada se mueve. Tan solo se disfruta de las vistas.

Ese es el estado óptimo. El extremo de la contemplación sería el conocido como Sindrome de Stendhal (el nombre de la entrada, que no del cuadro ni del autor). Se trata de una afección psicológica por "exceso de belleza". Es conocida con ese nombre por el fenómeno que experimentó Stendhal a su salida de la Basílica de la Santa Cruz de Florencia (por lo que se conoce también como "Síndrome de Florencia" o "estrés del viajero"). En sus propias palabras:

"Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme".

No es a ese extremo al que pretendemos llegar cuando diseñamos algo, pero sí a la contemplación, a asombrar, a "dejar sin palabras"! A que la gente se quede en actitud contemplativa ante la obra que hemos realizado. Y con este cuadro, conmigo, lo consigue a la perfección.


Casi se me olvida lo "más importante":

Autor: Caspar David Friedrich
Año: 1818
Medidas: 74,8 x 94,8 cm
Soporte: Óleo sobre lienzo
Tema: Simbolismo
Estilo: Romanticismo
Localización: Kunsthalle de Hamburgo, Hamburgo

lunes, 4 de enero de 2016

Alfombras mágicas

Aunque hoy en día sean un bien al que se le da poca importancia en la decoración de interiores (es la hermana fea de los elementos de decoración), las alfombras han acompañado las viviendas desde tan atrás en la historia que resulta dificil seguirles la pista.
 Su importancia es solo comprensible cuando se ha sentido la transformación mágica que hacen al convertir una casa (sin alfombras) en un hogar (con ellas).

Para muchos de nosotros, si pensamos en "Alfombra" viene a nuestra cabeza esta imagen:



Y esto no es casualidad porque es del mundo islámico de donde debemos tomar como origen las alfombras actuales. Partiendo de la propia palabra, que proveniente del árabe significa algo como "cubierta de pieles". Su origen está asociado a los pueblos nómadas que las utilizaban como suelo para sus viviendas temporales. El tamaño de los telares portátiles que utilizaban hacía que fuesen de pequeño tamaño. Hoy día las más conocidas de este tipo son las alfombras persas que, por su perfección técnica y riqueza de decorados la ha llevado a lo más alto.


Para las sociedades sedentarias se podría aplicar algo parecido pero con las esteras, más resistente pero también mas dificil de transportar. Tambien existen algunas realizadas en grandes telares para cubrir grandes superficies, pero con diseños mucho más sencillos.

En el mundo occidental y a partir del medievo se comenzaron a importar pero, dado que los suelos de las viviendas (de las que quedan en pié o imágenes) estaban pavimentados, resultaban poco útiles y además eran tremendamente caras, con lo que ensuciarlas no era una opción. Por esto se usaban a modo de tapiz, para cubir paredes (aislante térmico) o algunos muebles.

Con el siglo XX vino un débil resurgir de la alfombra, con los estilos decorativos emergentes de la época, que convirtieron la alfombra en un cuadro para el suelo, un elemento más decorativo que de aislamiento térmico.

Esto nos lleva a la actualidad, donde tenemos a nuestra disposición alfombras de tantos tamaños, colores y diseños como podamos imaginar. Cuatro ejemplos de esta variedad:
Diseño de Gunta Stölzl

Diseño de Sonya Winner
Diseño de Paolo Zani

Diseño de Gunnel Sahlin